La técnica “palomitas de maiz” para vencer la  procrastinación

fuente: http://elgachupas.com/la-tecnica-de-laspalomitas-de-maiz-para-vencer-la-procrastinacion/

 

Palomitas de maiz

 

Muchas veces, cuando me enfrento a tareas importantes que son  especialmente difíciles o que no me gustan, tengo la tendencia a  ignorarlas. Es decir, caigo en la procrastinación. Prefiero ocuparme en  otras acividades supuestamente igual de importantes, pero que en  realidad no lo son. Por ejemplo, prefiero reorganizar mis listas de  tareas una y otra vez, o hacer algún pequeño ajuste en el diseño del  blog –tareas mucho más entretenidas–, antes que revisar mi presupuesto  de gastos o mejorar el posicionamiento en buscadores de mis artículos.  El resultado es frustración y sentimientos negativos,  porque en el fondo sé perfectamente que no estoy haciendo lo que  debería.

 

Sin embargo, a lo largo del tiempo me he dado cuenta de que la  barrera que me impide empezar y terminar esas tareas poco atractivas es  alta, pero al mismo tiempo muy delgada. No importa si se trata de  desconocimiento de cómo llevar a cabo la tarea, de su dificultad  intrínseca, de que sea poco interesante o muy laboriosa. Al final,  siempre consigo derribar la barrera inicial fácilmente, con lo que yo  llamo la técnica “palomitas de maiz”.

 

Estoy seguro de que a todos nos ha pasado alguna vez. No tienes  hambre pero alguien te ofrece una palomita de maiz. La aceptas y te la  comes. De forma casi automática tomarás una segunda, después una  tercera, y así sucesivamente. En un proceso inconsciente,  si te dejan, empezarás a comerte todas las palomitas hasta que termines  la bolsa. Lo único que tuviste que hacer fue dar el primer paso, tomar  la primera palomita y llevártela a la boca.

 

El mecanismo para empezar y terminar tareas funciona de forma muy  parecida. El principal problema al que nos enfrentamos con las  tareas difíciles es dar el primer paso. Una vez vencemos la  resistencia incial, todo se desencadena solo, casi sin esfuerzo.

Cuando tengo ante mi un trabajo difícil o potencialmente aburrido, me  propongo trabajar en él 5 minutos, sólo eso. Hago el compromiso conmigo  mismo de que, si después de 5 minutos no quiero seguir adelante, puedo  abandonar y seguir con otra cosa. Lo cuiroso es que en la gran mayoría  de las ocasiones, esos 5 minutos es todo lo que necesito para derribar  la barrera que me impide hacer el trabajo. Una vez logro un poco de  concentración, el interés por la tarea crece rápidamente.  De esa forma da inicio una especie de reacción en cadena que me lleva a  trabajar en esa tarea durante una hora, o incluso más tiempo, hasta  terminarla –¡en ocasiones se me ha pasado la hora de comer porque no  quería dejarlo a medias!

 

Lo mejor de todo es que, una vez termino la tarea problemática,  siempre tengo una sensación de euforía muy agradable. Ser capaz de  empezar y terminar este tipo de tareas me hace estar más  motivado y querer afrontar nuevas tareas similares. Encadenar  la conclusión de un par de estas tareas en un mismo día, especialmente  si llevaban mucho tiempo en mi lista de siguientes acciones, hace que mi  autoestima, satisfacción y nivel de energía alcancen niveles  estratosféricos.