El padre, controlador en Nueva York, les permitió dar instrucciones a varios vuelos
La grabación del intercambio entre la torre de control del aeropuerto John F. Kennedy y los pilotos no deja lugar a dudas: un niño de unos siete años dio permiso para poder despegar al menos a dos aviones desde el aeródromo neoyorquino, uno de los más grandes de EE UU y una de las zonas de tráfico aéreo más congestionada del mundo.
Todo sucedió el 16 de febrero, con la memoria del atentado fallido del día de Navidad aún fresco en la memoria. "Jet Blue 171, vía libre para el despegue", dice el menor. "Libre para el despegue, 171", le responde el piloto, que le felicita por el "fantástico trabajo". "Es lo que pasa, chicos, cuando los niños se quedan sin colegio", comenta el padre, un controlador que trabaja en la torre del JFK.
Ese día se suspendieron las clases en Nueva York debido a la fuerte nevada. "Ya me gustaría traer a mi hijo al trabajo", le contesta el piloto mientras el niño se pone a dar instrucciones al vuelo 403 de Aeroméxico para que se prepare para despegar.
Después trascendió que el controlador permitió un día después a su hija, de ocho años, transmitir las direcciones de vuelo a los pilotos en pista, según varios medios locales, entre ellos al Jet Blue 57.
El organismo que controla el transporte aéreo (FAA) investiga lo sucedido. Es llamativo que el controlador pudiera llevar al niño a la torre, donde se aplican las más estrictas medidas de seguridad tras los atentados del 11-S, pero según la FAA está permitido, con autorización previa.
"Este comportamiento no es aceptable y no muestra la profesionalidad que se espera de los empleados de la agencia", dice la FAA en un comunicado, en el que deja claro que se toma el incidente muy en serio porque en cada transmisión hay muchas vidas en juego. Tanto el controlador —cuya identidad no ha sido revelada— como el supervisor están suspendidos.